AMLO en USA
- R4T
- 13 jul 2020
- 2 Min. de lectura

Por Germán García
Tratar de entender las motivaciones que llevan a los actores políticos a determinadas acciones y calcular sus consecuencias es, inevitablemente, caminar por el filo de una navaja apoyada apenas en el fango. La interpretación que se puede tener del portentoso éxito de la primera visita oficial de AMLO a otro país, puede ser cuestión exclusiva de avezados especialistas. Pero cuando estamos acostumbrados a que tales personajes den todo tipo de argumentos con rigor solo aparente, con parcialidad evidente, con intenciones de acomodar el comentario para denostar persistentemente, es muy difícil explicarse cómo de un instante para otro, aparecen en todos los medios halagos y aplausos a nuestro presidente. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Cuánto durará esa postura no rijosa? ¿Un día, unas semanas? ¿Será un cambio de táctica de los poderes fácticos?
El tema da para un mundo de conjeturas, sobre todo si se ven los elementos que acompañan este momento: La captura de César Duarte, la identificación de los restos de Christian Alfonso Rodríguez, la llegada de Lozoya, la reaparición de Gertz Manero, Rápido y Furioso. Todo esto en la parte frontal del escenario, en la misma semana e iluminados por la situación sanitario-económica de la que nada ni nadie escapa.
¿Son estas señales de alguna dislocación de la derecha supranacional que diferirá las prácticas de golpe blando en México? O son solo avances de la 4T contra la corrupción. O la combinación de ambos. En todo caso el eco de la visita presidencial a EUA es una victoria de nuestra justa causa y por eso tenemos que sonreír. AMLO empuja para el lado correcto de la historia, sin duda. Su reconocimiento no es graciosa concesión. El conservadurismo fue zarandeado.
Foto cortesía de Israel Alatorre
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