Corona de fuego. Avatares de la Transformación (1a. de 8)
- R4T
- 25 jun 2020
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Por Miguel Rendón Macossay
1. Antecedentes
Un ser invisible recorre el planeta. Un nuevo virus ha impactado la humanidad y el mundo. Una pandemia de magnitud y velocidad de propagación sólo posible con las condiciones y dinámicas del sistema social actual. Es una imagen fantasmática porque nadie le ha visto, más que en representaciones ilustradas o borrosas fotografías microscópicas. Lo pueden concebir en su mente, como un bicho coronado, o una minúscula esfera con protuberancias. Sus efectos son inéditos, algo nunca visto antes, porque nunca en la historia se había dado tal integración global, básicamente fundada en la inmediatez de la información/desinformación y la rápida movilidad transfronteriza de cosas y personas. Se dice también que ha transformado el mundo.
En la pugna por la transformación social, desde las fuerzas reformistas o desde los movimientos sociales que empujan hacia la revolución integral, esta afirmación es desconcertante. En parte porque nos creíamos agentes activos, los actores más potentes de esta lucha, pero nos hemos recordado pequeños hijos minúsculos, resilientes en el mejor de los casos, motas de polvo de la naturaleza, ante lo cual solo nos quedaría intentar conscientemente sedimentarnos en nuestros humildes límites, hasta que otro viento nos levante.
Fuego. Es el símbolo de la transformación en todas las culturas del mundo. La transmutación de la materia que realiza la combustión dio origen a toda una constelación simbólica alrededor de este elemento. Para la paleoantropología es el primer descubrimiento técnico trascendente de la humanidad. Alrededor del calor de la fogata y el alimento cocido se forma el hogar, y la reflexión sería producida por el estímulo psicológico del fuego. A su alrededor podemos rastrear el comienzo de la tradición oral, cual alfareros del lenguaje, con el lento forjamiento progresivo de la palabra (1).
De esa capacidad de transformación de la materia, al fuego también se le atribuyeron capacidades para transformar el espíritu, la mente, las cosas inmateriales del universo. De su llegada desde el cielo hacia la tierra surgió su carácter divino, sobrenatural. Abrasador y destructor, que también regenera y multiplica lo destruido, se le atribuyó una cualidad purificadora en todas las culturas de todos los continentes. Tiene una propiedad agraria, relacionada con los ciclos, las plantas y los animales en sus metáforas. Se une así con el agua en la forma de lluvia, su elemento complementario e inverso, ya que el agua cae de las nubes para bajar a la tierra, y a veces a apagar los incendios; y el fuego se prende en la tierra para elevar sus llamas al cielo.
Adquiere una espiritualización al obtenerse por medio de percusión con el pedernal, ya que recuerda al rayo de la tormenta primordial. Y adicionalmente adquiere una significación sexual al relacionarse con la fertilidad y con el fuego interior, pero también por la otra manera de obtenerlo: el frotamiento, de donde surge la chispa. Para los antiguos mesoamericanos el fuego original es el creador del sol y lo posiciona en el centro de todo, dándole nacimiento al Cosmos. El Padre Sol fecunda a la Madre Tierra. El fuego del sol resplandece magnífico en la corona solar.
Corona. Esta es la imagen que vistió al nuevo virus SARS-COV-2, una variante de los llamados coronavirus, que provoca la enfermedad Covid-19. Bautizado así porque su membrana tiene puntas que, vista desde el microscopio con una forma circular, asemeja una corona. El simbolismo de la corona estriba en tres aspectos fundamentales que se entrelazan para darle sus significados.
El primero es su posición de vértice que une lo que tiene arriba con lo que tiene abajo, une los valores de la cima del cuerpo humano, la cabeza, con los valores que están por sobre de lo humano; evoca lo trascendente. El segundo aspecto es su forma circular, emblema de la perfección que representa al cielo, por lo que une lo terrenal con lo celestial, lo humano con lo divino; pero también marca sus límites. Del material que está hecha la corona, y a qué dios o diosa está consagrada, indica qué fuerzas naturales y cósmicas ha invocado el coronado para el heroísmo y hazaña que celebra. Etimológicamente, es cercana a la palabra cuerno, y como éste, insignia un rayo de luz hacia el cielo por lo que implica elevación, iluminación.
En las filosofías védicas el chakra coronario representa esa iluminación como plenitud espiritual y conexión con el cosmos. De ahí que concibe una dignidad, poder, realeza; de ahí que se utilice para acceder a un rango y a fuerzas superiores, que se utilice para simbolizar soberanía absoluta (2). La corona de este virus y el fuego de la transformación se unen gráficamente en el fulgor de la corona solar, que representa el poder absoluto del sol.
Eclipse. He aquí la imagen demoledora que vivimos actualmente. La corona solar solo se puede ver a simple vista durante un eclipse total de sol. La ocultación de la luz solar, el astro devorado, es considerado universalmente como un suceso dramático. En muchas culturas es un mal augurio, pero en otras tiene un sentido más favorable. En el antiguo Egipto y en los paises árabes anuncia acontecimientos funestos. En el islam y el budismo hacen ceremonias sobre la muerte (referidas a la muerte de la estrella).
En Mesoamérica y el antiguo Perú, un eclipse de sol se cuenta como uno de los signos que anunciaron la llegada de las epidemias, provocadas por los nuevos virus traídos por los españoles y que mataron a decenas de millones de personas (sarampión y viruelas), y que mermaron el 80% de la población, con la consecuencia del derrumbamiento de sus sociedades y culturas. Para los antiguos chinos (China es el lugar de origen de la pandemia) un eclipse es muestra de un desarreglo microcósmico, un dominio del Yang sobre el Yin, que precisa un socorro al astro en peligro a través de diversos rituales.
Generalmente, este acontecimiento se presenta como anunciador de desarreglos cataclísmicos de fin de una era, que reclama intervención y reparación, para preparar la llegada de un ciclo nuevo de la humanidad (3). Este es el momento de la transformación social amplia que reclama nuestra sociedad y nuestro planeta ante la crisis ecológica y social que vivimos desde hace décadas. Es el momento para el calado profundo de las economías transformadoras.
Foto: Israel Alatorre
NOTAS
(1) Cuatrecasas, J. (1997) Mitopoiesis del origen del fuego: su significación antropológica. Revista de Psicología. Vol. 5. Buenos Aires
(2) Alvarado, J. (1995) La corona como símbolo. En Estudios sobre la Monarquía. Madrid. UNED. pp. 77-100.
(3) Chevalier, J. (1986) Diccionario de los símbolos. Barcelona. Herder.
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