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La batalla del 21 / 1 de 5

  • Foto del escritor: R4T
    R4T
  • 8 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Guillermo Cebreros Lira


De pie en un balcón de Palacio Nacional, el presidente saluda a unos manifestantes, tres almas extraviadas en la hondura de la pandemia y la inmensidad de la plaza. Luego levanta la mirada y clava en el horizonte sus pensamientos, esos que sabemos es capaz de proyectar muchos escenarios más adelante que el resto de su equipo y más adelante que sus adversarios y, conjeturamos, más adelante también que la notable mayoría de las y los mexicanos. El presidente observa las piezas de la batalla que viene, los recursos, actores y actrices, anticipa los movimientos, ve las debilidades de sus opositores y sopesa sus propias fortalezas, prevé eventualidades y sobre ello construye otros escenarios y otros y otros. Los analiza flanco a flanco y en cenital, los gira en 360 grados, ingresa hasta los pormenores y vuelve a alejarse para apreciar el macro y su contexto.

Sospechamos que Andrés Manuel es capaz de hacer eso y nos consta que el presidente ha demostrado a lo largo de su carrera política y en particular en el trayecto que va de la elección del 2018 hasta la fecha, una capacidad de anticipación tal que nos permite, a los mortales comunes, construir algunas ficciones acerca de ésta su habilidad política. Fantasías aparte, quienes estamos interesadxs y de alguna forma comprometidxs con lo que viene para México, debemos intentar estos ejercicios de prospectiva y tratar de hacer cálculos sobre los escenarios posibles, particularmente en la ruta de la batalla del 21, que no es otra cosa que la lucha por la nueva configuración de la estructura gubernativa, la que cargará sobre sus espaldas, a partir del 2021 y hasta el 2024, la consolidación de la 4T. En lo básico, se trata de hacer el cálculo del inventario de recursos, capacidades y salidas para cada uno de los actores sociales, en cada posible escenario.

La importancia de la batalla del 21

Pareciera innecesario abordar la importancia de la elección del 2021, pues si bien se sabe que se trata de una elección intermedia, la clásica elección después y antes de una presidencial, el descenso de la participación ciudadana en este tipo de elecciones sugiere una relevancia secundaria pues nos acostumbramos a pensar que “sólo” se trata de una elección para renovación de la cámara de diputados. Bueno, pues esta vez será eso mismo, la elección de 500 diputados pero además la renovación de 15 gubernaturas, 29 congresos estatales y cerca de 2 mil ayuntamientos de 28 entidades federativas. Estas breves cifras por sí solas ya hablan de una importancia singular de dicha elección, se trata de las elecciones concurrentes más grandes en la historia de México y estamos hablando del cambio de personas, por lo pronto, en alrededor de la mitad del poder político en país.

Y sin embargo no son sólo los abultados números del proceso electoral los que le confieren un carácter estratégico y excepcional a las elecciones de 2021, sino lo que se pone en juego en él. En la batalla del 21 se podría estar jugando el futuro de lo logrado hasta ahora por la 4T y el presidente López Obrador, que no es ninguna pequeñez. Se trata de los primeros frutos de la lucha frontal contra las políticas de la herencia neoliberal y la consabida corrupción asociada a ella; se trata de una abultada lista de reformas legislativas para mejorar los salarios mínimos, para convertir en delito grave a la corrupción, el robo de combustible y el fraude electoral, para revertir la liquidación de los bienes nacionales, para convertir los programas sociales en derechos, para tener un gobierno austero, para contener los salarios del alto funcionariado, para prohibir la condonación de impuestos. En pocas palabras, han sido tantas las reformas y tan significativos los beneficios a los sectores más desprotegidos, que resulta difícil pensar que el pueblo permitiría un retroceso en tales conquistas. Pero para que el pueblo asuma como propia la batalla del 21, es indispensable que esté enterado de que todo esto, y mucho más, es lo que está en juego.



Situar el 21 entre lo prioritario

El primer paso de nuestra prospectiva viene con el cálculo del peso específico que tienen las y los apoyadores de la 4T en la batalla del 2021, a partir de algunas cifras que provienen de la información oficial. Iniciemos diciendo que el INE proyecta que para la elección del 2021 habrá un padrón electoral de 96 millones de electores potenciales. De allí debemos estimar, apoyándonos en el comportamiento histórico de la participación ciudadana en elecciones intermedias, la posibilidad de que acudan a votar cerca del 50 por ciento y así obtendremos la cifra de probables votantes en 2021, que es de alrededor de 48 millones de electores. De entrada, este es el primer elemento de un probable escenario inicial.

Enseguida debemos especular acerca de la simpatía ciudadana hacia el presidente y la 4T, con la intención traducir dicha valoración popular en una eventual intención de voto. Podríamos seguir dos caminos, el primero tomar como referencia el punto más bajo estimado de aceptación del presidente, situándolo en el 60 por ciento y así obtendríamos la cifra de 28.8 millones. El segundo camino podría ser a partir de los 30 millones de votos de la elección del 2018 y calcular que la proporción de descenso de participación ciudadana en elecciones intermedias, que es como de una quinta parte, resultaría en un estimado de 24 millones de votos. Una media entre ambas cantidades nos entregaría 26 millones y con un poco de precaución, deberíamos plantearnos un piso moderadamente optimista de 24 millones de votantes a favor del presidente y de la 4T, es decir, que nuestro piso podría calcularse en el 50 por ciento de la participación ciudadana el 6 de junio de 2021, el día D.

Ese segundo elemento de nuestro escenario inicial no es trágico, pero de ninguna manera es cómodo si tomamos en cuenta que este cálculo lo estamos realizando a un año de la contienda, es decir, a doce largos meses de eventos naturales y otros inducidos, de errores y aciertos de los actores políticos y, por supuesto, el desde ahora previsible in crescendo de la guerra sucia mediática que la derecha despliega ya y acrecentará con la intensidad de una batalla final.

No es difícil inferir que para transformar a nuestro favor este escenario inicial, es menester influir en la variable “simpatía ciudadana hacia el presidente y la 4T”, lo que, como habíamos mencionado líneas arriba, debe entenderse como la puesta en marcha de una campaña de comunicación sin precedentes para informar al pueblo mexicano de que un resultado adverso en la batalla del 21 repercutirá de manera inmediata en el ataque a los derechos y el bienestar conquistados hasta el momento. El pueblo mexicano viaja en el mismo velero que el presidente y la suerte del presidente -y del velero llamado 4T-, será la suerte del pueblo. Lo que viene en la agenda de quienes deseamos la victoria de la 4T y del proyecto de nación del presidente, tiene que ver con la difusión y apropiación de esta idea, así como la responsabilidad de inhibir la indolencia ante la batalla del 21.


Fuentes:

Foto 1. Primera parte de entrevista con Epigmenio Ibarra. Jueves 28 de mayo 2020. Presidente AMLO. URL:

Foto 2. Israel Alatorre, “<…una pizca de “realidad”> / <a pinch of “reality”>”, URL: https://flic.kr/p/22McVZS

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