Los motivos del lobo, que diga, de la BOA (1a. parte)
- R4T
- 16 jun 2020
- 3 Min. de lectura

12 de junio de 2020
Por Javier Herrera
A partir de hoy dedicaré varias entregas a mostrar los motivos por los cuales los integrantes del BOA y su brazo FRENA odian a AMLO.
Hoy abordaré el tema del Tren Maya.
El 8 de junio, después de mi artículo, entre las imágenes y melodías que siempre mando para acompañar mis comentarios, envíe la de una mamá leopardo africana con sus cachorritos cruzando una carretera. Debido al glaucoma tan avanzado que padezco no me di cuenta que arriba a la derecha del video aparece el letrero Quintana Roo. Tampoco me percaté de que las camionetas que se detienen para que pase la leopardo con sus hijos tienen placas de Sudáfrica. Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque ese video fue utilizado por Felipe Calderón y los conservas para decir en redes sociales que el Tren Maya afectará la ecología del lugar y tramposamente usaron esa imagen para decir: "ya ven como sí habrá daños al medio ambiente? Acontecimientos como esta idílica escena ya no ocurrirán"
Leopardos en Quintana Roo? No los hay ni siquiera en la Reserva de la Biosfera de Sian ka'an, que yo recorrí como reportero acompañado de científicos del Centro de Investigaciones de Quintana Roo, CIQRO. Que yo sepa, todavía en Chiapas hay jaguares, pero no leopardos. Y la flora y fauna de ambos estados no serán amenazados por el Tren Maya, porque lo que queda de la selva Lacandona se encuentra lejos de la ruta del tren. Este correrá por un trazo que ya existe desde los años 50, cuando se abrió el Ferrocarril del Sureste, abandonado porque no era rentable cuando el gobierno de Ernesto Zedillo privatizó los ferrocarriles nacionales de México para entregarlos a empresarios como Germán Larrea, el dueño del tristemente célebre Grupo Minero México, dueño de Pasta de Conchos y Cananea. No es casual que la empresa ferroviaria de Larrea se llame Ferromex. Desde su privatización, con excepción del ferrocarril que va de Chihuahua a las Barrancas del cobre, los ferrocarriles que circulan en México transportan pura carga, más no pasajeros. Pero en el sureste, ni carga ni pasajeros.
El Tren Maya sólo requiere la construcción de un tramo de 100 km; en el resto del recorrido ya existe la infraestructura, incluidas las vías, por lo cual únicamente se reforzarán y modernizarán terraplenes, puentes y vías. Porque incluso hay puntos por donde pasa la vía donde ya existen los túneles.
Sociólogos que han estado con la gente de la zona, que han vivido en las poblaciones de la región, informan que los lugareños, aún los de poblados que no están sobre la traza del Tren Maya, esperan con ansiedad su operación, porque unos lo ven como un transporte que les permitirá trasladar y vender sus productos, y otros como un medio para ir y venir diariamente, de manera rápida, a sus centros de trabajo y ya no permanecer durante varios días donde trabajan. De Chetumal hasta Tulum pasando por Bacalar, lo ven principalmente como un medio para comercializar sus productos. De Tulum hasta Valladolid y Mérida, pasando por Playa del Carmen y Puerto Morelos, lo esperan como un medio de transporte para ir a sus trabajos y volver a sus casas sin necesidad de estar durante 5, 6 o 15 días fuera de sus casas.
Pero los que odian a AMLO se oponen a este proyecto para evitar que el actual gobierno demuestre, una vez más, que es posible hacer mucho por la gente sin realizar inversiones estratosféricas y para que no exhiba a los gobiernos anteriores que poco o nada hicieron por ayudar a los habitantes de las poblaciones por donde pasará el vilipendiado Tren Maya.
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